Extracto:
Entre 1571 y 1572, tras la guerra de las alpujarras, llegaron a las tierras del obispado de Zamora varios contingentes de moriscos deportados del Reino de Granada.
En esta obra se da cuenta de las duras condiciones del camino, de la mortalidad del grupo y su llegada. Se estudia también la estancia y la movilidad de los granadinos, a pesar del celo de las autoridades por evitarla.
Asimismo, el autor aborda la condición económica y social de los moriscos, su estructura ocupacional y su grado de integración con los cristianos viejos. Se señalan también las relaciones con la Iglesia; mediante la instrucción religiosa se pretendía un mayor grado de asimilación con la sociedad cristiana. La Iglesia zamorense se reveló como protectora de estos cristianos nuevos en sus informes a la Corona, aunque en verdad, en la relación de vecindad del clero local con los moriscos había cierta permisividad. Empero, éstos procuraban hacer manifestaciones externas de la fe cristiana, guardando al menos las apariencias; incluso, los hubo que, como en otros lugares, tomaron la carrera eclesiástica o se integraron en cofradías.
Pero aquellas relaciones con los cristianos viejos tocaron a su fin después de cuarenta años. En 1610 se decretó la expulsión de los moriscos de ambas Castillas, Extremadura y La Mancha. De poco sirvió la protección de la Iglesia y de su obispo. La mayor parte de la población morisca abandonó las tierras de Toro y Zamora para tomar el camino del exilio.
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