Información de interés:
– ¿Qué interpretan hoy?
– La cuarta sinfonía de Brahms; es deliciosa. La que me gusta. Y para sus adentros Leopold comenzó a imaginarse el fastuoso primer movimiento: esos escasos veinte compases que entonaban los violines y su imitación, en forma de eco, por el grupo de la madera. Las casas y los otros coches de caballos se movían a velocidades vertiginosas, al ritmo de la música que ya había tomado posesión de todo su ser. La ciudad daba vueltas al otro lado de la ventanilla. Cuando llegó al metal, después de las variadas repeticiones, el barón se encontraba completamente al margen del mundo exterior: ni siquiera caía en la cuenta de los consejos que su mujer daba a la pequeña…
Y la tienda de vestidos quedó atrás; si acaso, por ser de mayores dimensiones, pudo contemplar durante breves instantes el almacén de chocolates: los violines sonaban nítidos, sin estridencias, con el desliz acuático del arco sobre las cuerdas, y dejaban ver -confiriendo una vibrante tonalidad al ambiente- las etiquetas minúsculas de los más ínfimos envoltorios, brillantes como los pómulos rosados de Elisabeth aquella noche…
Los oboes le advirtieron, sin más miramientos, que aquello era una tentación fácil. Pero ella, con lo delicada que es…, musitó de manera inconsciente en una ligera sacudida del coche.
Sobre el autor:
José Manuel Losada Goya (Zamora, 1962) se licenció en la Universidad de Valladolid y se doctoró en la Universidad de Paris Sorbona. Ha desempeñado la docencia e investigación en España, Francia, Estados Unidos y Canadá. Fruto de esos trabajos ha sido la publicación de diversos libros y artículos tanto en España como en el extranjero. En la actualidad es profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Es miembro Numerario del Instituto de Estudios Zamoranos «Florian de Ocampo».
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