Reseña El Zangarrón de Sanzoles por Bernardo Calvo Brioso

“El Zangarrón de Sanzoles. La historia del brujo que se convirtió en diablo bueno. Rito, tradición y mito”, de Celedonio Pérez Sánchez. Editorial Semuret, Zamora, 2021. 

Visión íntima del personaje del Zangarrón y de la celebración festiva, que trasciende lo personal hasta convertirse en la conciencia colectiva del pueblo de Sanzoles. 

En los treinta y seis capítulos de este libro, el autor, reconocido periodista y natural del citado pueblo, va desgranando la historia que pudo ser del Zangarrón desde su aparición en el neolítico, pasando por la huella que dejaron en él y en determinados elementos de su fiesta el paso de las legiones romanas, hasta el momento en el que la Iglesia la encierra en su círculo, posiblemente a través de la más que probable cofradía de San Esteban, patrón de la mocedad, incorporando elementos litúrgicos cristianos, que aún hoy en día se mantienen. Y de los cofrades pasará el protagonismo en el siglo XX a los quintos. Es ahora, cuando por la despoblación que asola a toda la provincia, empiezan a cernirse negros nubarrones sobre ésta y las otras mascaradas de invierno. 

Analiza la leyenda -sin darle mucho crédito-, que hace surgir al Zangarrón de una peste que asolaba la localidad de Sanzoles y que, al procesionar al santo para ver si le ponía fin, los más perjudicados intentaron apedrearla. Sólo la aparición de un personaje estrafalario hizo que desviase la atención de los descontentos y éstos lo siguieran, por lo que el santo pudo regresar indemne a la iglesia.   

Así, el antiguo chamán pagano, que fomenta con su magia la cultura agroganadera de la zona y purifica a sus pobladores, acabará siendo el “diablo bueno”, que sigue protegiendo a su pueblo a través de los ritos que realiza, ampara de la lapidación al santo patrón de la juventud y vela para que los ritmos de los danzantes en honor del santo no los rompan los “meticones” que intentan insertarse entre sus filas. 

Estudia lo que significa ser Zangarrón, no ya sólo físicamente, hasta llegar a la extenuación, sino también emocionalmente. Representa una tradición, a una familia y a un pueblo. En el “Olimpo” de la mitología sanzolana quedan grabados los nombres de aquellos héroes que destacaron por su agilidad, rapidez, fuerza y  habilidad a la hora de cazar a los provocadores. Sabe que las miradas de todos van a estar puestas en él. Por eso se prepara durante meses físicamente; a hacerlo mentalmente le ayudan su familia y sus amigos. Sin embargo, durante la “vestición”, como indica el autor, aquello parece más bien un funeral que una fiesta. El miedo al fracaso le acongoja el alma, hasta que, como un torero, respira hondo y sale al ruedo convencido de que va a dejar hasta la última gota de sudor para entrar en el buen recuerdo de su familia y de su pueblo. 

Interesante es la descripción de todos los elementos materiales que porta el Zangarrón, rememorando la historia de algunos de los trajes y máscaras, así como su posible simbolismo. 

Hace hincapié en los otros componentes de la fiesta. Como indispensable el tamborilero, del que Celedonio Pérez dice que “custodia las esencias y enseña a los quintos los secretos de la fiesta”. Es más que un músico de flauta y tamboril; es en silencio el máximo garante del éxito de la celebración festiva. Con sus ritmos, movimientos de cabeza o señas, marca la actuación de los danzantes e, incluso, del propio Zangarrón. Él, a la vista de los ensayos, es el que elige el orden que deben ocupar los danzantes, buscando como único fin el éxito de la función. No es por tanto extraño que a él también le hagan venias. Y luego, durante la “comida del mutis”, él tiene mano militar a la hora de mantener la compostura y el silencio que marcan los estatutos, no dudando en multar y en dar algún vergajazo a los díscolos. 

Describe los distintos tipos de danzantes – mayordomos, bailonas, tocadores y asadores-, sus funciones, sus trajes e instrumentos distintivos y su colocación en función de las distintas danzas. Mantiene que por sus ritmos estas danzas se remontan a época greco-romana y que incluso muchas de sus vestimentas tienen origen militar romano. Sin embargo, lo hacen en simbiosis con lo agroganadero, pues los indispensables cencerros y la flauta y el tamboril siempre estuvieron ligados al mundo rural. 

Amplio capítulo es el que dedica a la descripción minuciosa de la fiesta, desde la elección del Zangarrón, el entrenamiento y los ensayos a la celebración de las Vísperas, la fiesta del día de San Esteban y la traca final con la explosión de las últimas vejigas. Misión cumplida. 

Interesante es el capítulo que dedica al papel de la mujer en la fiesta y la controvertida posibilidad de que, ante la escasez de mozos, éstas puedan ocupar algunos de los papeles que desempeñan actualmente los jóvenes. Algo que se repetirá año tras año. 

En capítulos complementarios estudia todo lo que se ha escrito o fotografiado sobre la fiesta del Zangarrón, su aparición hasta en un sello de correos y la participación del Zangarrón en ferias de turismo y desfiles nacionales e internacionales, como un medio de difundir la fiesta y atraer a foráneos. 

Encomia la labor de las dos asociaciones, que garantizan la organización, promoción, pureza y difusión de la fiesta, la Asociación de Amigos del Zangarrón y la Asociación Melitón Fernández Ganado. Y se muestra orgulloso de la Casa de la Tradición, centro interpretativo de la fiesta. 

Termina con dos capítulos muy interesantes. El primero es una especie de cuento, para acercar la figura atemporal del Zangarrón a los niños. El segundo, es describir lo que el autor sintió y vivió interiormente cuando hizo de Zangarrón en 1977; la soledad de un corredor de fondo. 

Libro de lectura agradable, especialmente por la facilidad de pluma del autor, que en algunos pasajes se torna hasta poética. La estructura de capítulos cortos, con amplia documentación fotográfica también ayuda. El autor, en el prólogo, nos dice que quiere acercar al lector al continente y al contenido de la fiesta; al acabar su lectura, uno descubre que ha conseguido ampliamente su objetivo. Libro imprescindible para conocer esta fiesta desde el interior de la misma. 

Y señala que “está escrito con el corazón, desde la emoción y el sentimiento”. Yo pienso que lo ha escrito desde la pasión, pues no hay página en la que no se palpe el orgullo de haber podido vivir la fiesta desde dentro y el pertenecer a una comunidad que ha mantenido una tradición milenaria hasta el siglo XXI. La polémica puede surgir cuando toca el tema de algunas innovaciones para mantener la fiesta. Yo siempre he defendido la pureza de la fiesta; me rechinan los dientes, cuando veo a actores de mascaradas usar deportivas o que en el curso de la celebración festiva hacen uso de sus móviles, muchas veces para contestar a periodistas que quieren saber lo que sienten desempeñando un papel importante. Sin embargo, antes de perder una mascarada de invierno, admito que tanto mujeres como hombres casados o personas foráneas desempeñen esos papeles e, incluso, que, ante la escasez de unos y otras, algunas de estas celebraciones festivas se celebren en verano, rompiendo el sentido primigenio de estas mascaradas: purificar las comunidades rurales al terminar el año y propiciar la fertilidad de campos, animales y humanos.

Bernardo Calvo Brioso 

El libro puede adquirirse aquí: https://semuret.com/producto/el-zangarron-de-sanzoles-celedonio-perez-sanchez/

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