Prólogo
En Breviario de Podredumbre, Cioran dice: “¿Un alma que no esté atormentada?” El catálogo que presenta Ángel Fernández Benéitez en esta obra es escrutinio de la desolación y de la miseria, de la cicatriz del yo que nosotros somos: la realidad sombría de la frustración, la derrota desnuda, la petulancia exhibicionista, los bajos fondos, el amor entre ardores guerreros, la orfandad del alma mordida, el in erno portuario de la nada, el amor en su precipicio, el deseo del vigor ajeno. Este diagnóstico gris del ser humano presenta, en cambio, un pronóstico esperanzador. Como dice Eloy Sánchez Rosillo en el poema titulado No saber de su libro La Certeza (2005): “No falta nunca el hilo luminoso de la esperanza”.
La elaboración de esta obra es un paso más en la aventura del conocimiento que inicia el poeta desde sus comienzos en la escritura. Señala Máximo Hernández en el prólogo de Perdulario (Antología poética 1978-2013) que en esta trayectoria es Epistolio (1994) expresión de su profunda capacidad de introspección y re exión. Oscuras epopeyas es un reto que el poeta afronta para verbalizar esa introspección mediante la autopsia de sus otros yo, de nosotros en de nitiva. Esta obra no se limita a la mera constatación de las pérdidas y heces del ser humano. Lejos de escatologías morbosas, el poeta incide en la arqueología del alma por afán de conocimiento y por hacer de la vida un entregado aprendizaje sin claudicaciones.
Sobre el autor
Ángel Fernández Benéitez, nacido en Zamora en 1955, estudió en Salamanca Filosofía y Letras. Ha sido profesor durante treinta y tres años en Lanzarote y Zamora.
Su obra poética comienza con “Espirales” (1980), premio de poesía Ciudad de Toro. En 2014 apareció la antología de su obra poética “Perdulario” (1978-2013).
Su libro más reciente “Memoria del ave encanecida” apareció en 2016.
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