Prólogo
La doctora Anabel Almendral Oppermann nos ofrece en estas breves páginas una síntesis de tres momentos muy claros y definidos de nuestra Semana Santa.
En primer lugar el pregón de Semana Santa en el que realiza una magnífica exposición de esta tradicional presentación y donde nos encontramos con citas que nos hacen recordar una de las bases de su profunda cultura, citas que a veces constituyen un recuerdo de parte de sus raíces.
Sigue la exposición con una detallada y rica referencia a las distintas manifestaciones del espectáculo semanasantero destacando la influencia y la llegada de la mujer a ella, jugando a la vez con el paisaje urbano en el que resalta detalles de las procesiones que cruzan el Duero y con ellas va siguiendo la semana haciendo hincapié en los aspectos clave como la presencia e intervención de los niños. Asimismo las expresiones propias del Viernes Santo por ejemplo, la cita oportuna con alguno de los grandes maestros imagineros o el valor, significado y proyección humana y divina de alguna de sus figuras como la Soledad, constituyendo un verdadero atractivo la salida de su procesión de la iglesia de San Juan. No olvida nuestra doctora cómo la Semana Santa se extiende de manera muy clara y significativa en determinados lugares de nuestra provincia dejándonos en el final ese candoroso recuerdo que vive y siente en plenitud nuestra ciudad.
En segundo lugar nos ofrece uno de los momentos más solemnes y verdaderamente emotivos como es el de la ofrenda del silencio en el atrio de la catedral en el comienzo de la procesión del Miércoles Santo. En esta procesión desfila el Santo Cristo de las Injurias que constituye una de las grandes piezas artísticas e históricas de la Semana Santa. La doctora Almendral hace una síntesis magnífica de la figura artística del Cristo crucificado y su desarrollo a lo largo de las calles de la ciudad. En ella hace una valoración no solo artística sino espiritual del significado de ese conjunto que ofrece el Santo Cristo en medio de la multitud que guarda un riguroso silencio a su paso y cuya proyección parece marcarnos el más allá del que siempre nos queda la incertidumbre de su profundo significado. Nuestra doctora hace una detallada y minuciosa exposición de esa figura que don Manuel Gómez Moreno calificó como uno de los tres crucifijos más importantes de la península ibérica. Ella siente ese latigazo, ese latido profundo de la figura y su silencio constituye una hermosa lección que pocas veces sabemos apreciar y practicar a lo largo de nuestra vida. El silencio manda, habla y sugiere cuando se nos ofrece una figura con esa trascendencia que el Santo Cristo de las Injurias lleva consigo. Su cruz constituye la base y el fundamento de la inmensa mayoría de las manifestaciones de nuestra vida como cristianos. Anabel con este recuerdo no olvida citar como testimonio la figura de don Miguel de Unamuno.
Para finalizar, nos resta la tercera manifestación de sus recuerdos, la música, justamente la marcha fúnebre de Thalberg, marcha que figura como testimonio de esta Semana Santa desde sus primeros años y es en este recuerdo donde Anabel nos ofrece el magnífico estudio detallado de las vicisitudes de su autor. Escuchar la marcha de Thalberg es sentir de cerca la Semana Santa de Zamora aún desconociendo la vida de este compositor tan importante. Consciente del significado y la importancia que la marcha ha tenido y tiene en la Semana Santa de Zamora, es de agradecer la serie de detalles y curiosidades que nos ofrece de la vida del autor constituyendo un verdadero trabajo de investigación siempre enlazando con el estilo y la cultura de la obra de nuestra autora.
Gracias Anabel por estos tres recuerdos que constituyen tres valores de nuestra Semana Santa.
_Herminio Ramos Pérez
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